viernes, 4 de septiembre de 2015

No eres imprescindible, o el poder de la desconexión (de Internet)

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas. Mario Benedetti. 

Imagen de la web desmotivaciones.es
He vuelto de verano filosófica. Y es que descansar, sobre todo si estás perdida entre montañas, sin wifi ni red en el móvil ni tele te reconectan con el mundo. Debería ser obligatorio. Sobre todo para periodistas, comunicólogos, communitys y demás fauna hiperconectada a la información y a Intenet. Debería ser obligatorio tener espacios SIN. Sin tele, sin internet, sin móvil, sin datos ni estadísticas, sin responder correos electrónicos ni inbox ni Twitter. Debería ser obligatorio por salud mental, y porque además de relajarte, disfrutar con la familia, volver a disfrutar de un buen libro de papel y de conversaciones bajo las estrellas, descubres que... ¡No pasa nada!

No, no pasa nada. No se acaba el mundo. No eres imprescindible (lo siento). Puede que te echen de menos, pero no eres imprescindible (sí, es duro darse cuenta, pero también es muy liberador y te da una cura de humildad). Todo sigue girando. Los mensajes llegan, se contestan (o esperan), los fans no huyen despavoridos porque detrás de la pantalla no estés TÚ, siguen las tragedias, la alegrías.... Todo sigue... 



El primer día sin Internet estuve rara, lo confieso. ¿Qué estaría pasando en Twitter? ¿Alguien me habría enviado un DM? ¿Me estaba perdiendo algo en Facebook? ¿Todo lo que había programado, preparado, las instrucciones que di a mi relevo de vacaciones, estaba todo bien? Y el segundo día ocurrió el milagro. No es que no me importara. Es que no podía hacer nada. Y además estaba en un entorno idílico, con la familia. Mis hijos han descubierto juegos como ¿Quién es quién? o juegos de cartas. Y les encanta jugar con nosotros y recoger frambuesas tanto como a mí. Y eso, al final, es lo importante. 

Descubrir que todo va bien, incluso sin ti. ¿Qué alivio, verdad? Disfruta del confort. Y cuando vuelvas a estar en la vorágine del móvil, pc, redes sociales, web, blog y todo lo demás, recuerda, un pequeño parón no te hará daño. Es más, te hará bien. Te permitirá pensar sin ruido. Y eso da energía para seguir adelante haciendo tu trabajo mucho mejor si cabe. 

¡Feliz regreso de las vacaciones! (Por aquí estamos aún aterrizando, metafóricamente hablando, que los regresos han de se paulatinos). 

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