Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas. Mario Benedetti.
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No, no pasa nada. No se acaba el mundo. No eres imprescindible (lo siento). Puede que te echen de menos, pero no eres imprescindible (sí, es duro darse cuenta, pero también es muy liberador y te da una cura de humildad). Todo sigue girando. Los mensajes llegan, se contestan (o esperan), los fans no huyen despavoridos porque detrás de la pantalla no estés TÚ, siguen las tragedias, la alegrías.... Todo sigue...
El primer día sin Internet estuve rara, lo confieso. ¿Qué estaría pasando en Twitter? ¿Alguien me habría enviado un DM? ¿Me estaba perdiendo algo en Facebook? ¿Todo lo que había programado, preparado, las instrucciones que di a mi relevo de vacaciones, estaba todo bien? Y el segundo día ocurrió el milagro. No es que no me importara. Es que no podía hacer nada. Y además estaba en un entorno idílico, con la familia. Mis hijos han descubierto juegos como ¿Quién es quién? o juegos de cartas. Y les encanta jugar con nosotros y recoger frambuesas tanto como a mí. Y eso, al final, es lo importante.
Descubrir que todo va bien, incluso sin ti. ¿Qué alivio, verdad? Disfruta del confort. Y cuando vuelvas a estar en la vorágine del móvil, pc, redes sociales, web, blog y todo lo demás, recuerda, un pequeño parón no te hará daño. Es más, te hará bien. Te permitirá pensar sin ruido. Y eso da energía para seguir adelante haciendo tu trabajo mucho mejor si cabe.
¡Feliz regreso de las vacaciones! (Por aquí estamos aún aterrizando, metafóricamente hablando, que los regresos han de se paulatinos).
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