Opositar es un trabajo muy solitario y con escollos duros a superar. Las largas horas que hay que pasar leyendo, sintetizando, entendiendo, resumiendo y volviendo a empezar con un temario denso y cargado de lenguaje jurídico y administrativo se hacen aún más eternas cuando te paras a pensar en lo sólo que estás en la carrera hacia la plaza de trabajo. Se me ocurre que estudiando para exámenes en la facultad también había etapas de recogimiento, pero muchas veces eran compartidas con compañeros de clase y no duraban meses y meses. La socialización estaba asegurada con la asistencia a clase y las prácticas en grupo. Y en todo caso, se competía por obtener el aprobado, pero que tu compañero tuviera mejor nota que tú o aprobara o suspendiera no implicaba que tú te quedaras sin tu título. Con las oposiciones no hay compañeros, todos son contrincantes. Y en una carrera de obstáculos en que hay plazas limitadas y muchos competidores, el secreto por guardar los temarios -quienes han buscado apuntes o aclaraciones en Internet como yo saben de lo que hablo, ¿no es raro que no sea fácil encontrar un temario que debería estar tan alcance de todos?-, no compartir apuntes ni recursos y no ayudar son tan férreos que a veces me hacen sentir rodeada pero muy solitaria. Encima, el entorno no puede hacer mucho más que apoyarte en las largas horas de estudio, animarte a seguir, facilitar que no pierdas tiempo haciendo tareas domésticas o recados o lo que sea necesario. Pero no pueden estudiar por tí ni contigo, eso está claro.
Y encima las trampas... Como la falta de autodisciplina; siempre nos parece que queda mucho tiempo por delante, meses, años incluso, hasta que llegue la oportunidad de hacer un examen, y los días pueden ir pasando fácilmente sin hacer todo lo que debiéramos si dejamos paso al cansancio, las exigencias familiares, los encuentros con amigos siempre más agradables que la aburrida legislación a estudiar... O como la autocomplacencia y el victimismo: es muy difícil y nunca lo lograré porque somos cientos, seguro que me falta algo, ¿y si sale el tema que no domino?, y esto seguro que está amañado y... O incluso las ganas de abandonar, la falta de sentido de tanto esfuerzo, la renuncia. Nadie dijo que era fácil y de todos los que conozco que han conseguido la tan deseada plaza, sólo conozco una ruta segura (aunque no siempre, también hay que decirlo): horas y horas de estudio organizado, esquemas, resúmenes, clases si hace falta.
Como si de una jornada laboral, con muchas horas extras y pocos descansos, se tratara, los opositores nos levantamos con disciplina para ponernos a estudiar. Los que podemos permitirnos, claro está, estudiar todo el día porque estamos en paro, en excedencia o vacaciones para dedicar todas las horas posibles a preparar el temario. Los que además de opositar, trabajan remuneradamente, que son muchísimos, tienen el mérito añadido de sacar las horas de cualquier rincón. Pasan horas y horas sentados ante un temario releido cientos de veces que al final hasta marea.
Y cuando se acerca el momento del examen, temido y deseado, parece que de pronto no se supiera bien porqué está uno dedicando tantas horas de su vida a algo tan poco seguro, porqué no se tomó aquel café, porqué hace tanto que no ve a sus amigos o porqué perdió la oportunidad de ir al cine con aquella persona interesante... Es entonces cuando yo uso mi mantra, ese que me devuelve a la realidad y me recuerda qué me impulsó a tomar este camino de soledad. Puede ser para servir a los demás desde la administración pública porque es la ilusión vital de uno, para acabar siendo algún día fiscal o juez, para tener un trabajo fijo y no preocuparse más por los despidos y las condiciones del mercado laboral, por los horarios, por las ventajas de los funcionarios -que dicho sea de paso, con tanto recorte ante la crisis cada vez parecen menos y se siente uno más estúpido por querer, justo ahora, entrar en la administración pública-. En mi caso, me susurro: Oposito para disponer de de mi tiempo, oposito para disponer de mi tiempo, oposito para...
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2 comentarios:
animo tu puedes. Te quiero
Gracias por los ánimos :) Como decía, sin el apoyo, la ayuda, la visión y los consejos de los seres queridos, sería casi imposible seguir adelante sin venirse abajo.
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