Tic, tac, tic, tac...
Mañana es mi cumpleaños y por primera vez estoy un poco chof además de emocionada. Siempre me ha gustado cumplir años. Me gusta pensar que ha pasado el tiempo, que he vivido, que he reído, llorado, compartido y aprendido. Me gusta pensar que un año más es primavera y el cielo brilla y la vida sigue. Pero mira, este año me acerco al 40, es el último que tendré treinta y, y me pesa un poco, no tanto como los kilos de más de estos años (bueno, no nos engañemos, una siempre ha sido "mujer-mujer").
La cuestión es que miro atrás y me siento satisfecha. He estudiado en la universidad, hecho un Erasmus, un Interrail, varios viajes, he sido dependienta, becaria, periodista, Respinsable de comunicación. He sido amiga, novia, soltera, esposa, madre. Me he mudado muchas veces. De Ciudad, de casa, incluso de trabajo. Y siempre ha sido para
mejorar y aprender.
Es cierto,
la vida ha ido pasando y no la he planificado. Después de tanto leer a
Yoriento o a
Soy Mi Marca o a tantos otros sé que en realidad debiera haber planificado (más). Con flexibilidad, pero planificado. Con sus objetivos, sus pasos, sus metas. Pero no, si bien en el trabajo hago una y otra estrategia, la aplico, la reviso, aprendo y vuelvo a empezar, en la vida en general he aprendido, a veces a golpes, que hay que dejarse llevar también. Fluir. Aceptar. Adaptarse. Que tu piensas A pero tu pareja B y al final acordáis C pero la vida os da D. Porque la vida te da sorpresas (ay Dios) y de pronto hay circunstancias que lo cambian todo. Puede ser el paro, una estafa, una enfermedad, la maternidad o una ruptura.